Publicado  sábado, 22 de septiembre de 2007

TODOS LLORAN POR CARLITOS

Inconcebible, inadmisible e inhumano son las frases con las que podemos comenzar este escrito cuando nos situamos en las escenas de horror y dolor por la muerte del niño Carlos Cedeño Véliz acaecida domingo 16 de septiembre en el estadio Monumental Isidro Romero Carbo de Guayaquil. La impotencia embargaba a muchos cuando nos enteramos que el joven había fallecido producto del lanzamiento de una bengala por parte de un demente que se encontraba en la Barra Sur Oscura.

El salvajismo delincuencial e irracional está proliferándose incesantemente entre las hinchadas ecuatorianas a la hora de jugarse partidos importantes. Y esta vez sucedió minutos antes de un Clásico del Astillero. Aquí pueden venir las siguientes interrogantes: ¿Dónde estuvo el gran operativo policial antes y después del clásico?, ¿Tienen seguridades los diferentes estadios del país?, ¿Acaso la dirigencia torera jamás se imagino que esto podía suceder?, ¿Dónde está la llamada ley antiviolencia que crearon los “Dignos diputados de la patria”?.Pueden ser preguntas sin respuestas, pero lo que si es real es que ya existe un precedente que puede quedar en la impunidad como tantos otros casos que estamos acostumbrados a vivir en una sociedad cada vez más detestable e indescifrable.

Por su parte, la “Honorable comisión disciplinaria de la Federación Ecuatoriana de Fútbol” impuso una sanción de tres fechas al cuadro de Barcelona, que le impiden jugar como local en el estadio Monumental. ¡Que ironía!.. ¡Que premio!..No hay que sorprenderse de las decisiones del Bendito Congreso que sesiona cada semana y donde la incompetencia y desaciertos los tiene aglomerados en la misma vagabundancia de infracciones al momento de imponer disciplina. La sanción debió ser de un año calendario, no un castigo efímero que será la secuela de próximos actos violentos entre los llamados hinchas del fútbol.

Es evidente que el dolor por la pérdida de un ser querido jamás se va del todo. Eso no lo comprenden los que no lo viven. Con la muerte de Carlos Cedeño se pone factura a la idiosincrasia de unos cuantos cobardes que creen que ser hinchas es llegar a los puños, piedras o asesinatos. ¿Si usted señor lector hubiera sido padre o madre de Carlitos, cómo se hubiera sentido?...