QUERERSE A UNO MISMO

Publicado  viernes, 28 de septiembre de 2012





Muchos seres humanos, desde diferentes puntos de vista, hemos querido, amado, caído, llorado, ilusionado. Al final, nos hemos levantado. Como cualquiera, sufrimos los embates que la vida nos trae. Sin embargo, para salir adelante, hay que superar los problemas, dicen algunos, con el paso del tiempo. Pero hay algo muy importante, en el sentido de mejorar y ponerse de pie ante los nefastos o desconsolados acontecimientos vivenciales: “AMARSE A UNO MISMO”. Usted estimado lector se ha preguntado: ¿Me amo a mi mismo?
La vida trae momentos de felicidad, tristezas, oportunidades y revanchas. Ante ello el ser humano debe ser capaz de elucubrar y aprender a diferenciar cuál es el verdadero sentido de ser completamente “FELIZ”, lo que muy pocos lo hacen. Eso se debe a la falta de “FUERZA DE VOLUNTAD”. Utilizamos muchas veces sicólogos, sin saber que a pesar de que las terapias son recomendadas, los principales sicólogos de nuestras vidas, somos nosotros mismos.
Leyendo alguna carta y, alguno que otro artículo de mi abuelo (Lincoln Verduga Loor+), el cual dejó guardado íntimamente en el estudio de casa, me topé con interesantes esquemas prácticos de vida para poder renovar la felicidad que muchas veces no es esquiva por adentrarnos tanto en el negativismo y tristeza. Con razón mi “TATA”, como le decía cariñosamente, hasta los últimos días de su vida “SONREÍA Y VIVIA INTENSAMENTE”. Recuerdo una de sus últimas frases: “HUMANO QUE NO HAYA REÍDO, LLORADO, NI AMADO; NO SUPO LO QUE ERA REALMENTE LA VIDA”
De aquellas recetas de vida, y de las incluidas por el blog “amarse a uno mismo”, podría pensarse que cualquier persona que aplique estos sencillos planteamientos, estaría a las puertas de alcanzar la iluminación al fondo del túnel.
Comparto entonces una serie de estrategias para cuando nos salimos del camino. No son simples recetas, sino ideas muy básicas por las cuales podemos darle la luz  a la oscuridad. Los recursos a nuestro alcance suelen presentarse así: numerosos, diferentes y podemos elegir el que mejor esté a nuestras preferencias. Yo pasé por malos momentos, como usted estimado lector. Pero me levanté y trato de acrecentarme cada día.  Está en nosotros mismos, poder superar las distintas caídas o golpes que nos da la vida.. ¡ARRIVEDERCI”

Observarnos a nosotros mismos

Podemos por unos momentos tomar distancia de lo que estamos haciendo y pensando, y simplemente observarnos sin interferir con el discurso de nuestros pensamientos. La simple observación de esos procesos negativos, que habitualmente son “automáticos”, los hace conscientes y los debilita. Siempre es mejor reconocer y aceptar que estamos “fuera de nuestro centro” que forzarnos, que obligarnos a nosotros mismos a cambiar de actitud. Lo que resistimos, persiste.

Meditar

A través de la meditación creamos las condiciones para que puedan producirse cambios naturales y positivos en nuestra mente, al interrumpir transitoriamente la identificación con nuestro ego.

Leer, escuchar música, salir a caminar

Cualquier actividad que serene nuestra mente y que nos devuelva la paz, la serenidad y la alegría es un excelente camino para recuperar el equilibrio perdido. Cuando estés entusiasmado, “en lo alto”, mantente allí. Y cuando estés “en lo bajo”…  Toma una siesta. O haz algo para cambiar tu estado.

Aceptar, pero perseverar (El más importante)

Por último, aceptación y perseverancia son dos valiosas virtudes que de ninguna manera se excluyen entre sí. Es necesario aceptar incondicionalmente el momento presente, reconocer todo lo que nos ofrece y agradecerlo plenamente, aún si estamos “fuera de nuestro centro”. Pero también en esos momentos de confusión podemos perseverar haciendo lo que esté a nuestro alcance (aunque sólo sea esperar pacientemente!) para continuar con nuestro aprendizaje…(RMV)