Muchos seres humanos, desde diferentes puntos de vista,
hemos querido, amado, caído, llorado, ilusionado. Al final, nos hemos
levantado. Como cualquiera, sufrimos los embates que la vida nos trae. Sin
embargo, para salir adelante, hay que superar los problemas, dicen algunos, con
el paso del tiempo. Pero hay algo muy importante, en el sentido de mejorar y
ponerse de pie ante los nefastos o desconsolados acontecimientos vivenciales: “AMARSE A UNO MISMO”. Usted estimado
lector se ha preguntado: ¿Me amo a mi mismo?
La vida trae momentos de felicidad, tristezas,
oportunidades y revanchas. Ante ello el ser humano debe ser capaz de elucubrar
y aprender a diferenciar cuál es el verdadero sentido de ser completamente
“FELIZ”, lo que muy pocos lo hacen. Eso se debe a la falta de “FUERZA DE VOLUNTAD”. Utilizamos muchas
veces sicólogos, sin saber que a pesar de que las terapias son recomendadas,
los principales sicólogos de nuestras vidas, somos nosotros mismos.
Leyendo
alguna carta y, alguno que otro artículo de mi abuelo (Lincoln Verduga Loor+),
el cual dejó guardado íntimamente en el estudio de casa, me topé con
interesantes esquemas prácticos de vida para poder renovar la felicidad que
muchas veces no es esquiva por adentrarnos tanto en el negativismo y tristeza.
Con razón mi “TATA”, como le decía cariñosamente, hasta los últimos días de su
vida “SONREÍA Y VIVIA INTENSAMENTE”. Recuerdo
una de sus últimas frases: “HUMANO QUE
NO HAYA REÍDO, LLORADO, NI AMADO; NO SUPO LO QUE ERA REALMENTE LA VIDA”
De aquellas
recetas de vida, y de las incluidas por el blog “amarse a uno mismo”, podría
pensarse que cualquier persona que aplique estos sencillos planteamientos,
estaría a las puertas de alcanzar la iluminación al fondo del túnel.
Comparto
entonces una serie de estrategias para cuando nos salimos del camino. No son
simples recetas, sino ideas muy básicas por las cuales podemos darle la
luz a la oscuridad. Los recursos a nuestro alcance suelen presentarse
así: numerosos, diferentes y podemos elegir el que mejor esté a nuestras
preferencias. Yo pasé por malos momentos, como usted estimado lector. Pero me
levanté y trato de acrecentarme cada día. Está en nosotros mismos, poder
superar las distintas caídas o golpes que nos da la vida.. ¡ARRIVEDERCI”
Observarnos a nosotros mismos
Podemos por unos momentos tomar distancia de
lo que estamos haciendo y pensando, y simplemente observarnos sin interferir
con el discurso de nuestros pensamientos. La simple observación de esos
procesos negativos, que habitualmente son “automáticos”, los hace conscientes y
los debilita. Siempre es mejor reconocer y aceptar que estamos “fuera de
nuestro centro” que forzarnos, que obligarnos a nosotros mismos a cambiar de
actitud. Lo que resistimos, persiste.
Meditar
A través de la meditación creamos las
condiciones para que puedan producirse cambios naturales y positivos en nuestra
mente, al interrumpir transitoriamente la identificación con nuestro ego.
Leer, escuchar música, salir a caminar
Cualquier actividad que serene nuestra mente
y que nos devuelva la paz, la serenidad y la alegría es un excelente camino
para recuperar el equilibrio perdido. Cuando estés entusiasmado, “en lo alto”,
mantente allí. Y cuando estés “en lo bajo”… Toma una siesta. O haz algo
para cambiar tu estado.
Aceptar, pero perseverar (El más importante)
Por último, aceptación y perseverancia son dos valiosas
virtudes que de ninguna manera se excluyen entre sí. Es necesario aceptar
incondicionalmente el momento presente, reconocer todo lo que nos ofrece y
agradecerlo plenamente, aún si estamos “fuera de nuestro centro”. Pero también
en esos momentos de confusión podemos perseverar haciendo lo que esté a nuestro
alcance (aunque sólo sea esperar pacientemente!) para continuar con nuestro
aprendizaje…(RMV)