Por: Ramón Morales Verduga
Hago un periplo corto en mi pensamiento y rememoro aquella frase de Dios, que aprendí con el Padre José Ignacio Mendoza, en el colegio Cristo Rey, de Portoviejo: “CUÍDATE, QUE YO TE CUIDARÉ”. Seguía recordando y al mismo tiempo buscando la explicación de lo pequeño que es este mundo. Hoy día estamos disfrutando, mañana quizás un féretro será nuestro principal aliado.
Regreso a la existencia real y me aflijo en la profunda pena que deben sentir los padres de los fallecidos. Enseguida pensé en mi madre, supuse su rostro lleno de lágrimas y sufrimiento, si algo de esto me llegase a pasar. Pasan los minutos. Reflexiono acerca del valor de la vida y analizo las estadísticas que presentan al Ecuador como el cuarto país en el mundo y el segundo en América Latina, en donde los accidentes de tránsito se convierten en la principal causa de muerte, según un informe de Justicia Vial.
No obstante, la inoperancia, desacato a las leyes de tránsito, pasividad de los padres antes sus hijos y la inconsciencia de los jóvenes, es la trama de una película que abre capítulos diariamente en nuestra sociedad: “LA VELOCIDAD E IRRESPONSABILIDAD EN LAS CARRETERAS”. Todo es cuestión de noción y lógica real, si es que verdaderamente amamos vivir. ¿Acabará algún día este delirio maligno que se evidencia con sangre y alcohol, cada fin semana?, ¿Qué esperan hacer los padres, para tener más severidad y personalidad antes las necedades de sus hijos? El problema es grave y real. La lista negra de muertos en las carreteras de Portoviejo y Manabí es alarmante y va en aumento; sin que las autoridades controlen lo incontrolable. Dios nos ampare de tanto sufrimiento…
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