Banfield, cuadro conocido como el taladro con 113 años de historia en el fútbol argentino, ganó esta semana en la altura al Deportivo Cuenca. No hubo secretos; ni madrigueras en la previa de este partido. Como cualquier equipo rioplatense, charrúa o brasileño, temeroso hasta la saciedad por los designios de la altura, viajaron horas antes del encuentro desde Guayaquil hasta la serranía morlaca.
El marcador fue contundente. Un cuatro a uno para los gauchos, que desplomaron a los locales con un sistema defensivo implacable y con la eficacia superlativa al momento de concretar. Por eso es que no me canso de darle reconocimiento a la frase que un periodista debe estampar en su memoria: “Hay equipos que simplemente sirven para el torneo local. Luego vienen los incomparables, los que por lo general, tienen sed de gloria”. Y el Deportivo Cuenca demostró que le falta el estirpe de los grandes competidores en esta clase de compromisos internacionales.
Es verdad, falta camino por recorrer todavía en los grupos y cualquier cosa puede deslizarse. Sin embargo, perder por un 4-1 en condición de local, preocupa a cualquiera y más le debe alarmar el DT de los morlacos, Paúl Vélez, quien seguramente tratará de reflexionar considerablemente de cara a próximos partidos en el Alejandro Serrano Aguilar, para no pasar por vergüenzas deportivas como éstas. Sumémosle a todo lo dicho, la derrota obtenida en el primer partido de visitante frente a Nacional de Montevideo, un histórico y favorito del grupo para clasificar como primero.
Es evidente que no podemos dejar de precisar que para cumplir grandes gestas históricas y deportivas, un equipo de fútbol debe armarse como cuando una nación lo hace para una guerra: “HASTA LOS DIENTES”. La pobreza y poca inversión de pequeños elencos, en cuanto a la base de sus jugadores experimentados y juveniles, dan para esperar papelones como la del último miércoles. En esta era moderna de fútbol globalizado, donde el amor por la camiseta es una frase filosófica del pasado; solo queda motivar a los distintos dirigentes para que la inversión no solo quede en proyectos, sino en hechos que estén familiarizados con propósitos a corto, mediano y largo plazo, donde las conquistas deportivas queden impregnadas en la retina del propio y extraño. Un verdadero ejemplo es Liga de Quito. ¿Alguien duda de eso? El que piense lo contrario, sería bueno darle un paso directo e indefinido al manicomio...(RMV)
BANFIELD TALADRÓ AL CUENCA
Publicado miércoles, 17 de febrero de 2010
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