Foto: FEF
"Manabí" siempre nos dio enseñanzas de fe
y amor propio. La experiencia del sufrimiento, nos golpeó en los
últimos meses por causas de la madre naturaleza. En primera instancia fue
el terremoto. Luego, la emergencia por el azote del invierno, que nos
invade cada día. Sin embargo, el temple de los manabitas, va de la mano con el
sueño de tener renovados días.
La felicidad actual, la brinda el fútbol. El
deporte que es capaz de hacer reír de alegría, como también, llorar por el
objetivo alcanzado. Hoy, todos se abrazan por la clasificación de la
selección nacional de fútbol playa al mundial de Bahamas. Es
que, parte mayoritaria de esa escuadra es netamente manaba. Seres humanos que
en varios casos, perdieron sus casas por la convulsión del 16 de abril. Con
aquella vivencia dolorosa, decidieron apegarse a la pasión del
balompié para tomarse una revancha de fidelidad personal y deportiva.
Es más notable este acontecimiento
futbolístico, porque este equipo tricolor, en un principio, no tenía el apoyo
suficiente como para emprender el viaje y el sueño mundialista. Nadie creía en
que podían hacer historia y como casi siempre sucede en esta clase de episodios,
muchos les dieron la espalda. Como dijo, Pepe Miguel Mosquera, el experimentado
dirigente manabita que comandó la tripulación ecuatoriana en Paraguay: “HAY
QUE CREERSELA”. Y vaya, que la quimera se hizo realidad en
base al sacrificio y lucha constante de varios años. Mosquera no es un
improvisado en la dirigencia nacional. Tiene más de 10 años en esta ardua
labor. Y él sabe, que nadie le regaló absolutamente nada. Su personalidad,
preparación y conocimiento le han dado este premio, como otros tantos, que la
gente quizás no conoce.
“Traguen veneno. Acepten la injusticia, que todo se
equilibra al final", dijo alguna vez el DT argentino, Marcelo Bielsa.
Los Saltos, Palma, Cevallos, Barre, Alava, Gallegos, Moreira,
Bailón, Cedeño, Mera, Delgado, entre otros; ya están enmarcados en esa frase.
Algo, que solo ellos descifrarán con el paso del tiempo. Ellos creyeron en sí
mismos sin importarles lo que cueste. Son el orgullo de Manabí y del Ecuador
entero. (RMV)
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