Antes de
escribir sobre la Navidad y año nuevo, esquemas que ya los he compartido en
cada edición de diciembre con ustedes, mejor escogí el escrito de vida y de
fútbol de Marcelo Bielsa, un entrenador enigmático y polémico. Un personaje que
con sus escritos o frases nos enseña lo complejo o fácil que el ser humano
puede vivir en el trayecto diario.. Un verdadero lujo de lectura. FELICES FIESTAS.
El éxito
y el fracaso
Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen
que ver con los fracasos. Los momentos de mi vida en los que yo he empeorado,
tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve
peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es
todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las
convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo
de lo que trabajo por que quiero ganar cuando compito, si no distinguiera qué
es lo realmente formativo, y qué es secundario, me estaría equivocando.
Uno vive y necesariamente necesita jerarquizar
virtudes, decir éstas son las virtudes que rescato en los demás y quisiera para
mí, que respeto, que valoro. A mí el deporte me dio ese parámetro, yo aprendí
por el deporte que la generosidad es mejor que la indiferencia, aprendí el
valor de la significación del coraje, aprendí la importancia del esfuerzo y
aprendí lo trascendente de la rebeldía. Son los tres o cuatro elementos con lo
que yo después traté de orientar mi vida. No necesariamente tienen que ser
ellas las elegidas, pero sí es indispensable que uno sepa las virtudes
alrededor de las cuales quiere vivir.
Estoy absolutamente convencido de que la fama y el
dinero son valores intrascendentes. Pasa que claro, nos las describen con un
peso tan significativo, que pareciera imposible resistirse a valorarlos. Creo
que el espíritu amateur, el amor hacia la tarea, es el único que vuelve
satisfactorio el transito por el trabajo. Cuando observo de qué manera son
descriptos hacia el público las celebridades, los ídolos, lamento muchísimo que
se jerarquicen ese tipo de cosas, que se describan millonarios, que se lo
describan famosos, que se lo describan extraídos de la realidad social, fuera
de la gente común.
Sí estoy convencido de una cosa: fui feliz cuando disfrute del amateurismo, fui feliz cuando crecí enamorado de mi trabajo, yo tengo un amor profundo por el fútbol, por el juego, por la esquina, por el baldío, por el picado, por la pelota. Y desprecio todo lo añadido, todo lo que fueron agregando para convertirlo extrañamente en deseado.
Sí estoy convencido de una cosa: fui feliz cuando disfrute del amateurismo, fui feliz cuando crecí enamorado de mi trabajo, yo tengo un amor profundo por el fútbol, por el juego, por la esquina, por el baldío, por el picado, por la pelota. Y desprecio todo lo añadido, todo lo que fueron agregando para convertirlo extrañamente en deseado.
Para explicar un poquito mejor esto, sé que la
alegría de un triunfo en un partido dura cinco minutos, termina el partido y
hay una sensación de efervescencia, una sensación de adrenalina al tope, que
genera excitación y felicidad. Pero son apenas cinco minutos y después hay un
vacío enorme y grandísimo. Y una soledad indescriptible. Quiero insistir con
que mucho mejor es ser prestigioso que popular, que mucho más importante es el
recorrido con que uno llega a un lugar, que el éxito o no, que se obtenga en la
búsqueda. Que los hechos son mucho más significativos que las palabras, que
demostrar es más importante que hablar, que hay que permitir que ingrese la
información que riega nuestra parte noble y evitar que ingrese la información
que riega nuestros bajos instintos. Nunca me deje tentar con los elogios. Los
elogios en el fútbol son de una hipocresía absoluta. El fútbol esta concebido
así, tiene que haber una gran alegría o una gran tristeza. Derrota o victoria,
sangre o aplauso son valores muy caros al ser humano. Entonces, en el fracaso
sufro mucho la injusticia del trato, no lo logré nunca dominar eso. Siempre
sufro mucho cuando perdemos y cuando soy maltratado, pero sí logré no creerme
la duración del éxito. Como no se revisa por qué ganaste, da lo mismo que te
adulen por haber ganado, no por que mereciste ganar, por el recurso por el que
ganaste, entonces tuve claro siempre que esa franela, porque ése es el termino,
es impostora.
No permita que el fracaso les deteriore la
autoestima. Cuando ganas, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula
tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto. Y cuando pierdes sucede todo
lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque
perdiste.
En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante
es la nobleza de los recursos utilizados, eso si es importante; lo importante
es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del
objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal.
Fuente,
Diario la Nación de Argentina. Escrito por Marcelo Bielsa
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